Tras años de maltrato a sus pasajeros, Ryanair ha cambiado su estrategia para tratar de ser amable, con el objetivo puesto en las familias y pasajeros de negocios, lo que ha provocado un alza del 66 por ciento en sus beneficios. Una pieza de equipaje, tarjetas de embarque por 60 euros, maletas de escasos 10 kilos y medidas muy determinadas, trompetas al aterrizar, venta agresiva dentro del avión y unas azafatas malhumoradas eran, hasta ahora, la cara más visible de la aerolínea dirigida por Michael O’Leary.
Tras perder clientes en 2013 y rebajar dos veces sus previsiones de beneficios, cundió el pánico y la low cost irlandesa decidió lanzar una operación que se resume en una declaración de O’Leary: “No fastidiar innecesariamente a los pasajeros”. Esta transformación se ha traducido en un alza del 66 por ciento del beneficio, 91 millones de pasajeros, aviones llenos al 88% de su capacidad y una nueva imagen de aerolínea, según Expansión.
Ahora, cada pasajero puede entrar en el avión con una maleta y un segundo bulto, como una mochila pequeña o un bolso de mano. Ante el olvido de la tarjeta de embarque, se han pasado de los 60 euros a los 15 de ahora. También baja de 60 a 30 euros el precio por cada maleta grande facturada. Y si paga 15 euros, puede elegir primera fila, mientras que el resto de pasajeros ya sabe que asiento le corresponde. A todo esto se suma una web mejorada, conexiones a grandes aeropuertos y 24 horas de gracia para subsanar errores en el nombre o fecha de nacimiento del pasajero, que antes podía costar 100 euros.
Y también lo dispara porque parte de mis impuestos se los regalo a este individuo. Indignante.
También ha decidido pagar mejor a sus pilotos. Ya se ha dado cuenta que es mejor buscar mejores pilotos en lugar de buscar los más baratos. Estos últimos se quedan para alguna legacy y sus low
indignante que por culpa de Ryanair los $epleros ya no puedan comprarse otro jaguar.