El camarote de los Hidalgo

Muy frecuentemente en este digital o en otros medios se publican elogios a empresarios que han sido capaces de organizar la transición generacional con prudencia y rigor. Es el caso de los Barceló, Escarrer o Piñero, por poner algunos ejemplos habitualmente elogiados.

¿Por qué estos aplausos? Porque es extremadamente sencillo que toda la transición generacional, el traspaso de la gestión de padres a hijos, se desmadre, se descontrole, se suelten las rivalidades que son inevitables en las personas y que todo termine en un circo.

Hoy esto viene especialmente al caso porque Juan José Hidalgo, el patriarca del grupo Globalia, está demostrando nuevamente que todo esto le viene grande. Su empresa, cuyos números van de aquella manera en momentos de máximo auge del turismo, se permite el lujo de nombrar y cesar directores generales y sus equipos con una frecuencia que demuestra la absoluta falta de liderazgo del grupo que va a la deriva, resultado de las interminables peleas familiares.

Las rivalidades entre los hijos del empresario, la incapacidad del padre, la ausencia de un mínimo de decoro y de vergüenza, están demostrando hasta dónde llega la irresponsabilidad de los Hidalgo. Irresponsabilidad porque detrás de ellos hay miles de familias que dependen del futuro del grupo, cada vez más incierto ante tanto disparate.

Ojalá en esta situación extrema sea posible encontrar a alguien que en ese nido de grillos, en ese 'camarote de los hermanos Marx', ponga un poco de sentido común. De lo contrario, esto avanza hacia el acantilado.