Un premio de TripAdvisor ni es premio ni es "na"

Una distinción de TripAdvisor es una medalla de hojalata, un reconocimiento de papel de fumar. O sea, ni es premio ni es "na". Su valor es cero porque es una herramienta turística que ha hecho y hace del fraude de los comentarios-- de la picaresca de los usuarios, en definitiva--su razón de ser.

Los alimentadores de esta web sinvergonzona--una buena parte del sector hotelero y entre ellos una amplia representación de la flor y nata del empresariado top--se arrepienten de haberla apoyado: empiezan a estar hartos del chantaje de los clientes y de las prácticas pueriles de sus comerciales.

Hasta los observadores menos perspicaces han caído en la cuenta de que los hoteleros ya no lucen ni destacan como hacían antes los premios de la más poderosa y perversa herramienta de la red en materia de turismo. Les da como vergüenza hacer ostentación de un reconocimiento cada vez más devaluado.

Los restauradores más representativos del universo no le prestan a TripAdvisor la más mínima atención: su norte, su guía son las estrellas Michelin. TripAdvisor no existe para ellos porque cortaron a tiempo con sus malas praxis. Ahora son los medios, desde la RAI italiana a El País, los que la cuestionan.

Han tardado en darse cuenta de que es una web que engaña a sus seguidores de todo el mundo con hoteles y restaurantes inexistentes en algunos casos y nada fiable la mayoría de las veces. Pero hay gente y empresas que continúan creyendo en este portal a pesar de sus errores y métodos reprobables.

Entre esas empresas hay una reputada de Tenerife, que ha llegado a la cima en su sector a base de imaginación, lucha y trabajo y para nada merced a los comentarios de los usuarios de TripAdvisor. Esa empresa ha triunfado en España y en el mundo gracias al tesón de su dueño, Wolfgang Kieslling.

Loro Parque ha sido distinguida por este portal controvertido como la mejor en su segmento, la oferta de ocio. Kieslling no ha pagado por dicha distinción, pero recuerda a los que sí lo hacían para conseguir un Oscar de  la Comunicación, premios de pacotilla del empresariado patrio más cateto.