Los dos últimos propietarios del Grupo Marsans, Gerardo Díaz Ferrán y Ángel de Cabo, han cumplido este martes su primer mes en prisión mientras el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco, que les investiga por el vaciamiento patrimonial del Grupo Marsans para evitar el pago a sus acreedores, rastrea su patrimonio en el extranjero. Según fuentes jurídicas consultadas por Europa Press, el titular del Juzgado Central de Instrucción número 6 ha cursado comisiones rogatorias a varios países para tratar de determinar los bienes y las cuentas bancarias que De Cabo y Díaz Ferrán tienen en el extranjero con el objetivo de bloquearlas.
Entre los bienes del expresidente de la patronal que se encuentran bloqueados por orden de este tribunal se encuentra un yate de 27 metros de eslora denominado 'Leuqar III', el nombre al revés de Raquel, la esposa de Díaz Ferrán. El barco, que estaba atracado en el puerto de Barcelona, está custodiado por las Fuerzas de Seguridad mientras se desarrolla la investigación.
Velasco, que envió a prisión a los dos imputados el 5 de diciembre pasado, ha rechazado los recursos de reforma que tanto la defensa de De Cabo como la de Díaz Ferrán presentaron contra sus respectivas fianzas, de 50 y 30 millones de euros, respectivamente, y los ha elevado a la Sala de lo Penal para que sean estudiados en apelación.
El juez también envió a prisión al colaborador de De Cabo, Iván Losada, al que se impuso una fianza de 500.000 euros; el cuñado del 'liquidador', Teodoro Garrido; y los supuestos testaferros Carmelo José Estéllez, José Enrique Pardo y Antonio García Escribano. La secretaria Susana Mora quedó en libertad tras depositar una fianza de 3.000 euros y el fiscalista Rafael Tormo fue puesto en libertad con medidas cautelares.
En la causa también se encuentran imputados Consuelo Garrido, esposa de De Cabo, los cuatro hijos de Gonzalo Pascual, socio de Díaz Ferrán fallecido en junio pasado (Ignacio, José María, Gonzalo y Diana), y el abogado Raúl Jiménez. Velasco abrió esta causa tras admitir a trámite una denuncia presentada en febrero por las mayoristas AC Hotels, Meliá, Pullmantur y Orizonia. Al expresidente de la patronal se le imputan indiciariamente los delitos de alzamiento de bienes, blanqueo de capitales, insolvencia punible por la ocultación patrimonial de notoria cantidad de dinero y estafa procesal concursal.
Según el auto de prisión, Díaz Ferrán y Pascual "diseñaron una estrategia" para ceder las empresas del Grupo Marsans y sus bienes personales a De Cabo con el fin de "aparentar su insolvencia patrimonial". A cambio, el liquidador se comprometió a entregar 100.000 euros mensuales a los empresarios hasta que ambos recibieran una suma de 8 millones de euros.
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Estimados lectores,
Quisiera recordar a todos esos trabajadores que, a pesar de trabajar para el Jefe de la Patronal Española, lo hicieron sin cobrar nómina alguna, ya que no se encontraban en situación de despido y cada día acudían a desarrollar su función encomendada. Su Jefe los dejó en el limbo de la legalidad sin saber que éste último hacía acopio de todo el dinero posible para esconderlo y hacer realidad aquello del "si gano, gano más, si pierdo, pierdes tú".
Afortunadamente la lenta Justicia española ha ido progresando y descubriendo un entramado cutre y mediocre de empresario del cuché pero con carencias morales preocupantes.
Que el Jefe de la Patronal esté en la cárcel es de agradecer, por mostrar ejemplaridad. Su nefasta gestión ha afectado a un sector tan emblemático como el turismo, las agencias de viajes y la aviación española.
Desde muchos foros, los profesionales de la aviación hemos avisado a las administraciones aeronáuticas españolas y corroborando que el que más tendría que decir en cada vuelo, el comandante de turno, se convierte, como pasa en Ryanair, en una voz secuestrada con el miedo a ser despedido.
Lamentablemente, todavía existen directivos de guante blanco, de buena gomina y de buena sonrisa que son capaces de hacer bien y de convertir en arte el despellejar a trabajadores, a sus nóminas y convertirles en mártires de las empresas que en su día las contrató.
Estos últimos son más peligrosos porque viven del escondite, la mentira y siguen empeñados en querer demostrar al mundo que el "pelotazo" existe, que la expansión sin tiempo y sacrificio existe y que nadie es capaz de atraparlos.
Provocación, mentira, y mucho bonus son sus credenciales, dejando al mismísimo Díaz Ferrán como a un pobre cateto español, de empresario hecho a sí mismo, pero que intentó jugar a voraz directivo sin conocer su mundo y acabó en las mazmorras.
España está en manos de depredadores que se jalean entre sí y chuleando ante políticos, jueces y trabajadores.
No debemos permitirlo más.