Los secretos para comprar billetes de avión más baratos

Cualquiera que reserva un billete de avión por Internet sabe que los precios varían de un día para el siguiente, aparentemente sin explicación alguna. Normalmente, los precios suben, pero no siempre. Cada compañía tiene su política, su forma de actuar, su estrategia. En realidad, cada compañía tiene su propio programa informático, conocido como algoritmo, que trata al pasajero de diferentes formas. Esto no se hace público, porque los pasajeros podrían aprovecharse. Sin embargo, los viajeros avezados han terminado por aclarar cómo funcionan muchas de las aerolíneas más populares.

Por ejemplo, en Europa, Ryanair. La irlandesa saca todos sus vuelos con unos precios que son el resultado de una proyección histórica creada por un algoritmo, incluidas las variantes locales: a más ocupado estuvo ese vuelo, en ese país, en años anteriores, más alto es el precio de salida. Ese precio no varía o no es revisado hasta dos meses antes de la fecha de operación. Entonces la compañía irlandesa comprueba si las ventas están respondiendo a las expectativas o si van por encima o si van por debajo. Si se está vendiendo más, suben el precio; si se está vendiendo menos, lo bajan. Si se ha vendido muy poco, Ryanair no tiene problemas en hundir el precio. Pero eso sólo ocurre unos dos meses antes de la fecha del vuelo. Y desde entonces, dependiendo de la demanda, va variando. Siempre, siempre, tiende a subir hacia el final. Ryanair, sin embargo, nunca llega a aplicar precios disparatados si, por ejemplo, una semana antes le quedan un par de asientos por vender.

Otros rivales actúan de otra forma. Easyjet, la segunda aerolínea de Europa, pone los precios también según un patrón histórico. En aquellas rutas y en aquellas fechas en las que históricamente ha habido mucha demanda, los precios, incluso los de partida, son altos. Y ya no bajarán. En Easyjet, los precios nunca bajan. De forma que antes se compra el billete, mejor. Salvo alguna oferta que rara vez supone una reducción importante de precios, los precios tienden siempre a subir. Cuando se ha vendido una parte prefijada de los asientos, el siguiente tramo sube de precio. Y cuando se ha vendido este segundo tramo, el tercero vuelve a subir. Y así hasta el final. Si el primero tramo tarda en venderse, los precios siguen bajos mucho tiempo. Si el avión va a operar con pocos pasajeros, porque no se vende, no suben los precios, pero tampoco bajan. Si las ventas van muy bien, los últimos asientos pueden tener precios astronómicos. Por ejemplo, a finales de octubre, que este año fue excepcional porque infinidad de británicos habían viajado al Continente, los precios de los retornos a Gran Bretaña fueron descomunales. Un vuelo desde Mallorca llegó a estar a la venta por más de 500 euros. Se trataba, efectivamente, de los últimos asientos.

Norwegian se parece bastante a Easyjet: lo antes se compra el asiento, lo más barato. Al final, incluso aunque el avión no vaya lleno, el precio de los asientos sube.

Los viajeros más asiduos no han encontrado que ninguna de estas low-cost varíen los precios de forma personalizada, atendiendo a la IP del viajero. Es decir: si usted con su IP tiene un precio, cambiándola no verá que varíe.

Las compañías tradicionales son mucho menos atrevidas en sus políticas, aunque algunas exigen especial atención por parte del cliente. Menos atrevidas normalmente quiere decir que los precios nunca caen tanto como en Ryanair, a quien casi le da igual ofrecer un vuelo a precios absurdamente bajos. Las tradicionales, en los vuelos de medio y corto radio, parten normalmente de precios bastante altos y evolucionan al alza, a medida que se va acercando la fecha del viaje.

Un servidor tiene constancia de al menos una aerolínea americana que cuando identifica la IP del cliente, va subiendo el precio a cada nueva entrada. Por ejemplo, un billete aparece a 600 euros y si media hora después se vuelve a entrar, estará a 700. Y a la tercera entrada puede haber llegado a los 800, incluso tratándose de vuelos que tendrá lugar en meses. Si, por el contrario, se entra desde otro PC y desde otra IP, se volverá a encontrar el billete a los 600 euros originales.

En los casos de vuelos costosos como son los de largo recorrido, el patrón de comportamiento es especialmente complejo.

Veamos. En un vuelo de Europa a Nueva York, los precios pueden moverse entre los 300 y los 900 euros, en igualdad de asiento. Según si se accede desde un teléfono inteligente, tableta o PC, el precio cambia. Lo más barato es el PC, lo más caro el equipo Mac. Los algoritmos, por ejemplo, cargan más a quienes entran desde una red privada corporativa, porque piensan que son clientes de empresa. Igualmente, una tableta de última generación dice al algoritmo que el cliente tiene más poder adquisitivo y el precio puede ser superior.  El algoritmo, no lo olvidemos, puede hacer en muchos casos una geolocalización del viajero, de forma que sabe en qué zona se halla y, por lo tanto, qué poder adquisitivo se puede esperar en ese lugar, para ese perfil.

En los primeros cinco días de la semana los precios suelen ser más altos que en fin de semana, porque se piensa que es más probable que sea un viaje de trabajo, mientras que desde la noche del viernes hasta el domingo por la noche el precio promedio cae porque el sistema se imagina que está ante un viaje de placer o una necesidad familiar.

O sea, antes de comprar un billete de avión, piénselo dos veces. Pero tampoco mucho, porque con tanta variable, se terminará por volver loco.